La fatiga, es un concepto bastante difícil de definir, pues la concepción que cada persona tiene sobre estar “cansado” es muy distinta, en términos generales se puede decir que es una respuesta que tiene nuestro cuerpo al esfuerzo físico, mental (estrés emocional, aburrimiento, falta de sueño) etc. Los cuales pueden generar desequilibrios en el organismo que inducen a la generación de ciertas reacciones para recuperar su estabilidad (homeostasis) o incluso mejorar la condición inicial (supercompensación). Sin embargo, aparte de ser una respuesta normal a cualquier tipo de esfuerzo físico o mental, también puede ser un signo de algún trastorno psicológico o fisiológico grave que se acompaña de otros signos y síntomas para determinarlo (sobreentrenamiento).
En deporte, la fatiga suele manifestarse con la disminución del rendimiento deportivo, acompañado de la falta de energía o cansancio luego de un gran esfuerzo. Sin embargo, es importante reconocer que las sensaciones generadas por la fatiga, no quieren decir que se deba dejar de realizar el esfuerzo físico, por el contrario, nos alerta a llevar un proceso de entrenamiento y una recuperación adecuada para poder mejorar nuestro rendimiento y evitar la aparición de lesiones, pues cuando el cuerpo se encuentra fatigado se generan una serie de cambios a nivel orgánico y celular que deben ser reparados.
La fatiga también puede clasificarse de diferentes formas, en este caso hablaremos un poco de la fatiga central y periférica:
El sistema nervioso central está encargado de múltiples funciones en nuestro cuerpo, entre éstas la coordinación y el control del movimiento, cuando existe fatiga central, este es incapaz de enviar señales a los músculos para que generen una contracción optima, generando así algunas manifestaciones como el cansancio, la disminución de fuerza, somnolencia, estado de ánimo, etc.
Ahora bien, en la fatiga periférica se producen cambios en la unión del nervio con el músculo cuando lo sometemos a un esfuerzo intenso, esto sucede debido a la ausencia de recursos energéticos (agotamiento de reservas de glucógeno), electrolitos (sodio y potasio) y cambios estructurales (microrroturas de fibras musculares), dentro del músculo que producen disminución del nivel de fuerza y sensación de “ardor” o “quemazón”.
La fatiga tiene aspectos positivos y negativos que deben ser identificados, hay estados que son normales para la actividad deportiva que estamos realizando, por eso es importante no alarmarse al tener estas sensaciones, por el contrario, se debe hacer cargas ajustadas de fuerza y resistencia para reducir esa fatiga, ya que se “obliga” a los músculos a adaptarse aumentando el nivel de energía y eliminando los desechos. en contraparte existe un aspecto negativo, en el que se produce una acumulación de fatiga que puede llevar a un síndrome de fatiga crónica, síndrome de sobreentrenamiento e incluso trastornos endocrinos o disfunción del sistema inmune, estos aspectos van acompañados de malas prácticas deportivas en cuanto al entrenamiento y la recuperación (alimentación, hidratación, sueño, estiramientos, ejercicio físico alterno etc.).
Complementando lo anterior, no sobra decir que la fatiga no solo depende de factores extrínsecos como el entrenamiento, la duración, el terreno , el clima etc., sino que también de factores intrínsecos como la edad, el sexo, el peso, la condición física, etc., lo que quiere decir que las sensaciones de todos son distintas, no existen puntos de referencia entre una persona u otra, cada quien tiene la sensación que su cuerpo manifiesta y cada quien debe identificar que tan “normal” o “anormal” es esta condición.
Para finalizar les dejo este interrogante ¿Qué tanto escuchamos nuestro cuerpo?